En este país viví una experiencia mágica. A primera hora de la mañana estaba todo soleado. Radiante. Caminé por imponentes edificios con los rayos de sol que me nutrían. Feliz porque hacía buen tiempo (no suele ser lo corriente). Mi sorpresa llega cuando a las dos horas cambia todo drásticamente. El cielo se tiñe de gris y comienza a nevar con fuerza. Dos extremos en un mismo día. Las dos caras de una misma moneda. Una reliquia que me enseñaba diferentes facetas y se abría a mí. Me sentí la persona más afortunada del mundo.