Connemara.

¿Cómo llegar a Connemara?
Lo primero que hay que hacer es llegar a Connemara, seguramente desde Dublín, el lugar más probable en el que aterrizará tu vuelo. Podremos ir de diversas maneras:
En tren: hay servicios de trenes diarios desde la estación central de Dublín a Galway cada dos horas. El trayecto es de dos horas y media. Eso sí, luego para llegar hasta Connemara deberás de coger un autobús de Galway a Connemara. La distancia son 3 horas aproximadamente. El precio del tren es de 20 euros con Irish Rail. El del autobús, de 7 euros. En total, unos 27 euros con Citylink.
En bus: otra opción es la de coger varios autobuses de Dublín a Connemara. Serán 5 horas de trayecto aproximadamente. El precio es de 12 euros de Dublín a Galway, y de unos 7 euros de Galway a Letterfrack (Connemara). Un total de 19 euros con Citylink.
En coche o van: para mí, la opción más sencilla. Optamos por esta opción, en concreto por la van, para ahorrarnos costes de alojamiento, puesto que era una especie de furgoneta auto-caravana. El precio por una semana completa fue de 407 pounds. Unos 480 euros aproximadamente. Una opción bastante económica teniendo en cuenta que éramos dos personas y repartiríamos costes y que, alojamiento y desplazamiento lo combinábamos en uno. De otra forma hubiera salido por, al menos, 300 euros más.
¿Qué hacer en Connemara?
Connemara, en el condado de Galway, tiene infinidad de planes. Entre ellos, destacan las siguientes cosas que ver:
Abadía Kylemore: situada cerca del valle Inagh, tendrás que tener alma de explorador para poder acceder a ella. Fue uno de los lugares donde decidimos asentarnos Luar y yo con la van para dormir. Las vistas son espectaculares.
Parque Nacional de Connemara: contiene casi tres mil hectáreas de montañas, pastos, pantanos y animales. Nosotros pudimos disfrutar de una buena ruta de senderismo allí. Las hay de diferentes dificultades y, por supuesto, diferentes vistas. Además, disfrutamos de lo lindo con los animales que en ella habitaban.
Playas: hay diversas playas solitarias desde las cuales contemplar el Atlántico. Ejemplo de ello son Renvyle y Aughrus.
Lago Corrib: atención, porque es el segundo más grande de toda Irlanda. ¡Tienes que recorrer su Lakeshore road!
Lago Nafooey: lo curioso de él no son sus vistas y entorno, que también, sino que en él habita un monstruo… El monstruo del lago irlandés.
¿Cuál fue mi experiencia en Connemara?
Mi segundo día en Irlanda (el primero lo pasé en Dublín) comenzó recogiendo el que sería nuestro hogar (mío y de Luar, mi pareja) durante los siguientes 8 días: una furgo-autocaravana azul con la que recorreríamos Connemara en van durante dos de los ocho días mencionados. La contratamos con la empresa Spaceships (hablaré más adelante de la experiencia con ellos en otro post) a través de internet y fuimos a por ella a County Meath en bus desde Dublín (un trayecto de una hora con un precio de 10 euros).

Nos recibió un chico muy majo que trabajaba allí: Timi. Nos enseñó lo básico para manejarla por la carretera (¡ojo, que conducíamos por la izquierda!) y una vez listos, echamos a andar.
A mitad de camino, paramos porque nos dimos cuenta de que nos faltaba algo. No teníamos sábanas, mantas, ni almohadas. Habíamos olvidado por completo repasar la lista de cosas que teníamos alquiladas con la compañía. Volvimos a comprobarlo en nuestros móviles y a llamar a la empresa para comprobar que todo estuviera bien. Aunque tarde, nos confirmaron que solo habíamos contratado la furgo con sábanas. Es decir, no estaban incluidas ni las almohadas ni las mantas. En nuestra furgo no había absolutamente nada. Por supuesto no estaban esas tristes sábanas que nos correspondían. Timi había olvidado incluirlas en nuestra casa. Nosotros, habíamos olvidado comprobar lo contratado antes de ir a Irlanda y, después, hacer lo mismo con los items antes de salir del lugar de recogida del vehículo (súper error de novatos).
Decidimos seguir nuestro camino y decidir más tarde qué haríamos.
Condujimos (bueno, Luar lo hizo) largo y tendido hasta llegar a la que sería nuestra primera parada de la ruta en van. Mientras llegábamos a Connemara, disfrutamos muy mucho del paisaje. Parecía ser la primera vez que veíamos verde (y eso que mi compi de viaje era vasco). La carreteras, al ser secundarias, estaban más bien vacías. A lo largo de ambos lados de ella, había gran cantidad de árboles frondosos. Y verde. Mucho verde. Muy intenso. Se podía observar la inmensidad de las montañas a lo largo del camino. Ciertamente, daba un aire a Euskal Herria.
Llovió. Y me sentía cómoda. Me sentía como en casa. Y, hablando de casas, eran todas de piedra, y tenían un aire mágico. Quería quedarme a vivir en cada una de ellas.
Los paisajes, la verdad, es que eran idílicos. Me sentía agradecida.
Ya estábamos llegando al lugar que elegimos para asentar nuestra casita y dormir. Utilizamos la aplicación park4night para escogerlo. La verdad es que la app era bastante útil y fácil de manejar. Podías ver sitios con encanto, que habían descubierto otros turistas con sus caravanas, en las fotos que colgaban. Además también había comentarios de otros usuarios sobre el lugar. Encantados con la app y muy recomendable.
El sitio que elegimos, y que pensamos que sería el lugar donde nos asentaríamos esa noche, fue en frente de un castillo que estaba en un lago. Muy bonito. Nos costó bastante encontrarlo porque el lugar estaba muy escondido pero, después de varias vueltas por la zona, logramos llegar hasta él.

Nos encontramos otra caravana allí. Unos franceses nos recibieron alegres. Nos ofrecieron cambiarse de sitio y hacernos un hueco a su lado, viendo que, igual, el sitio concreto que escogimos para asentarnos no era el ideal. Declinamos la oferta porque queríamos algo de intimidad.
Abrimos la parte trasera de la caravana y pusimos una especie de tienda de campaña desmontable que se ajustaba a la furgoneta. Muy bonito. ¿Lo cierto? Estuvimos más de veinte minutos para poder montarla. Cuando lo conseguimos, los mosquitos no paraban de venir y picarnos. Luar empezó a percatarse de que los tenía hasta en el pelo. Nos picaron por todas partes. Y normal, estábamos a la orilla del lago. Este era ya el segundo error de novatos que cometíamos: no estudiar las condiciones idílicas para asentarse en un lugar con caravana o furgoneta. Aprendimos de ello.
Decidimos cambiar de lugar. Usamos la app para buscar otro sitio donde asentarnos y nos fuimos de allí.
Esta vez, decidimos descansar en un sitio que no estuviera cerca de un lago. Este sitio escondido entre el mar y el campo fue nuestro favorito:


Pero el show no había hecho más que comenzar. Te dejo un video resumen del día aquí abajo, ¡no te lo puedes perder!
Te sigo contando por aquí.
Llegamos a la ubicación idílica número dos llenos de alegría, contentos porque habíamos dado con un lugar en el que no había nadie, ni mosquitos.
Montamos la tienda de campaña ajustable en la furgo en tiempo récord: quince minutos. Con vistas al mar. Esa noche cometeríamos otro error de novatos: pasar frío por no resguardarnos en un lugar que nos hiciera de pantalla.
Aún en nuestro gozo, nos dispusimos a encender el camping gas y comenzar a hacernos la cena. Estábamos hambrientos. Pero, ¿oyes eso? Es el sonido de un cuarto error de novatos: no comprobar el funcionamiento de los items de la van. El camping gas a penas funcionaba. La comida que habíamos comprado a mansalva para el viaje no nos servía ya. Nuestra cena estaba cruda y nosotros estábamos planteándonos volvernos crudiveganos por necesidad. Mal asunto para nuestro paladar.
Por si no teníamos suficiente, de repente, apareció un perro negro, enorme, en mitad de la noche. Estaba rondando el coche y no se nos ocurrió otra cosa que meternos dentro de él con la parte trasera abierta y la comida, cruda, en bandeja para que la degustara y además atraerlo. Lo ahuyentamos poniendo las luces y tocando el claxon. Definitivamente los (pocos) vecinos que había por la zona debían estar alucinando con nosotros.
Después del show y de tener el estómago vacío, decidimos recoger el campamento y dormir. Mañana sería otro día de nuestro recorrido por Connemara en van.
¡Y vaya si lo fue!
Decidimos ir al parque nacional de Connemara. Queríamos pasear, nutrirnos y volver a recargar pilas después de la noche que habíamos pasado. Nos encontramos con estas maravillas:


Nos quedamos boquiabiertos. Y nuestro tanque de felicidad estaba lleno de nuevo.
El caballo de la foto, blanco, estuvo retozándose en el césped como un cerdo en el barro. Se lo estaba pasando pipa. Y nosotros también al ver tal maravilla.
Connemara nos había enseñado mucho. Y nosotros… Nosotros seguimos nuestra ruta.
¿Qué tour y precio elegir para Connemara?
Al tener la caravana y poder desplazarnos con mayor facilidad, pensamos, en un primer momento, en desplazarnos por nuestra cuenta sin contratar ninguna actividad típica del lugar. Sin embargo cambiamos de opinión en seguida, al ver una actividad que ofrecían TJ y Olivia, dos granjeros de Connemara. Había un sinfín de actividades, es cierto. Entre ellas, kayac en grutas marinas, explorar Cleggan Headland, pescar, una granja de ostras… Pero finalmente nos decantamos por esta porque nos pareció que encajaba con el tipo de turismo que defiendo, y defendemos. Algunas de las actividades mencionadas, por desgracia, no son respetuosos con los ecosistemas naturales al no tratar correctamente animales o seres vivos en general, por lo que las descartamos a la primera.
Al lío. TJ y Olivia nos recibieron en su granja de Aillemore justo después de partir del Parque Nacional de Connemara. Sus respectivas experiencias, TJ granjero desde pequeño y Olivia una científica medioambiental, los habían llevado ha convertir una de sus pasiones en su trabajo. TJ lo tenía fácil puesto que lo había hecho desde siempre. A Olivia le apasionaba la naturaleza, y entre unas cosas y otras… Acabó aquí.
Primero nos ofrecieron algo de beber, lo cual agradecimos. La granja era totalmente sostenible. Utilizaban prácticas agrícolas para mejorar la biodiversidad y mantener determinadas especies de plantas y animales nativos. Se podía notar en la felicidad de sus cabras y caballos, que pastaban en libertad por sus campos. Pudimos darles algo de comer que TJ y Olivia nos ofrecieron para darles. Fue muy gracioso. La sensación era placentera además de graciosa.
También había una casa vistosa, de piedras, muy bonita. Lo que no sabíamos es que serían las casas de la hambruna irlandesas. Una de esas viviendas a las que les azotó la Hambruna de la Patata en Irlanda. Estaba todo bien explicado en paneles, además de con representaciones.





También había unas cuantas ruinas arqueológicas interesantes de conocer y admirar.
Las vistas desde lo alto de la colina, de la granja, eran maravillosas. Se contemplaba toda la costa y ese contraste de verdes, de los campos y azules, del mar y el cielo, intensos. Un espectáculo de color para la vista.
El tour nos tomó aproximadamente 2 horas y nos costó unos 25 euros por persona. Lo cierto es que mereció la pena, dada la hospitalidad de TJ y Olivia, su conocimiento tanto de las prácticas agrícolas como de la historia del lugar y su cercanía y disposición.
Si apuestas por un turismo responsable y por un plan divertido a la vez que enriquecedor, este es tu plan en Connemara. ¡No te lo puedes perder!
¿Qué llevar a Connemara?
Como sabes, y he comentado antes, nosotros llevamos nuestra van, por lo que todas nuestras pertenencias iban en ella. ¿Qué te recomiendo llevar a este tour?
Botella de agua*
Ropa de abrigo (da igual la estación del año que sea, en Irlanda siempre hace un frío que pela)
Comida para dar a las ovejas y caballos**
Cámara de fotos y/o vídeo (¡esas vistas no pueden quedarse sin inmortalizar!)
*Te dan una bebida refrescante nada más recibirte pero aún así es conveniente estar hidratado.
** Te dan comida para las ovejas, pero no te advierten de que, con la emoción, esta se acaba pronto y las ovejas ubicadas en lo alto de la colina acaban sin ser alimentadas. Los caballos comen también algo diferente.